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17 mar 2011

Y de concursos sigue la cosa...¡Tercer puesto en el concurso "Hoy me ha pasado algo muy bestia"!

     Pues sí señor. Estoy muy contento con los resultados en general que están obteniendo mis relatos en los diferentes concursos blogueros en los que estoy participando. Soy totalmente nuevo en esto. El concurso del blog de Erzengel, en el que participé con "Aquéllos que vivieron", obtuvo el segundo puesto. En el de Irene Comendador, "La carbonera", conseguí 19 puntos (en otro post dije 18, pero fue un error, he hecho el recuento : D ). Desconozco qué posición obtuve, pero creo que compitió con fiereza con el resto de relatos, incluidos los ganadores (me parece, y si no, me lo creo y me quedo tan pancho...). De todas formas, ha tenido muy buena crítica, por aquello de tratar el asunto del bien y del mal, prescindiendo de bestias imaginarias como vampiros o ángeles.

     Ahora, Daniel Estorach, del blog "Hoy me ha pasado algo muy bestia", dedicado a la promoción de su primera novela homónima, ha publicado los resultados del concurso de microrrelatos "spuperheróicos". Me congratula anunciar (para el despistadillo que no se haya percatado del título del presente post), que mi microrrelato, "Equilibrio", ha obtenido un maravilloso tercer puesto. Bueno, en realidad, al haber dos primeros premiso, mi relato sería el cuarto...¡pero queda más chulo decir el tercero, ea!. El propio Daniel reconoce en su blog que no han participado todos los que él se esperaba. Por ello, rezo porque el número de participantes haya sido superior a cuatro ; D. Os pongo el enlace: http://soyunsuperheroe.blogspot.com/2011/03/microrrelato-ganador-de-la-medalla-de_17.html

     Además os dejo a continuación el microrrelato "Equilibrio", para quién lo quiera leer directamente en mi blog. Espero que lo disfrutéis...¡un abrazo!:


Gabriel terminó con el reinado del mal de Matilde, soberana de la guardería. Ningún niño se libraba de llegar a su casa alguna vez con un ojo morado, una hemorragia nasal o los dientes de la malvada niña marcados en la piel. La profesora no sabía qué hacer ante las quejas de los padres, pues desconocía el origen de las lesiones. Los pequeños no se atrevían a denunciar a su agresora. La represalia podría ser aún peor. La pequeña Matilde, de cuatro años, les daba collejas con su supervelocidad, cuando la profesora no miraba. ¡Le encantaba verlos llorar! Si alguno disfrutaba con un juguete, iba presta a romperlo, con su superfuerza. Además,  era superinteligente. Sabía que esos poderes podían ser utilizados para hacer el bien pero…¡era tan divertido usarlos para provecho propio! Nadie conocía sus habilidades, ni siquiera sus padres. Si algún adulto la acusaba, ella expandía sus pupilas azules, y ponía rostro angelical. Nunca la castigaban.
Un día, Matilde acechaba a un pequeño, dispuesta a propinarle un buen susto, gracias a su invisibilidad. Algo le impactó en la cabeza, lo que provocó que volviera a ser visible, y cayera al suelo, presa del aturdimiento. Al otro lado del aula, Gabriel, el niño nuevo, sonreía, los ojos brillantes. Un biberón, lanzado con gran precisión, había tumbado a la niña. Gabriel también tenía superpoderes. Se erigió en el defensor del resto de la clase. Matilde aprendió entonces una gran lección: el universo es como una balanza que siempre acabe hallando el equilibrio.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado el relato. Ánimo con el tema de la escritura, yo también estoy empezando.

    Saludos

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  2. ¡Gracias por tus ánimos, Carlos! Me alegro de que te haya gustado el micro. Si te lees otros que tengo por aquí, así como el que he enlazado en la barra de la derecha, me gustaría saber tu opinión.
    ¡Un abrazo!

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