www.spotcadiz.es/relatosdesal.html

18 dic 2012

Por fin se acerca el fin...



            Soy consciente de que el título de esta nueva entrada se presta a múltiples lecturas.
            Con el día veintiuno de diciembre a la vuelta de la esquina, no son pocas las voces apocalípticas que se elevan entre las que aún mantienen la cordura para anunciar una catástrofe que acabará con la humanidad. Arrastrados por superproducciones hollywoodienses como la taquillera “2012”, la histeria colectiva está asegurada y, en parte, justificada.
            A nadie le gusta ver ciudades enteras devastadas por desastres naturales de todo tipo. Cuando te martillean desde los medios de comunicación con posibles terremotos, tsunamis, explosiones solares o colisión de meteoritos, es imposible mantenerse impasible, por muy escépticos que seamos o nos creamos.
            Al hilo de todo este rollo que os estoy soltando, el pasado domingo por la noche, mientras practicaba uno de los ejercicios que más me gusta llevar a cabo, esto es, el zapping, llegué  al canal Xplora, especialista en documentales de todo tipo. Justo en ese momento, un científico que lleva más de veinte años investigando las supuestas profecías del pueblo Maya, hablaba de un cambio en el giro terrestre auspiciado por una gran tormenta solar, que provocaría un tsunami de varios kilómetros de altura y que arrasaría todo el planeta. Vamos, que ni los surferos más experimentados serían capaces de superar la cresta de la ola. Total, esas suposiciones eran rebatidas por otros científicos que aseguraban un simple cambio de ciclo. Es indiscutible que este viernes día veintiuno de diciembre, la Tierra se alinea con el Sol y con el centro de la Vía Láctea. Es cierto que el Sol está en una fase de gran actividad solar, que alcanzará su pico a finales de 2012. Es cierto que el calendario Maya termina ese día. Pero no es para nada seguro que vaya a ocurrir una tragedia a escala mundial. Simplemente, los Mayas tenían una forma de contar el transcurso del tiempo basada en ciclos naturales, como puede ser el del Sol, entre otros, cuyo último día del ciclo en el que nos encontramos finaliza este viernes (por lo visto dura unos 26.500 años, si no recuerdo mal). Que el calendario Maya se acabe el viernes para parte de la comunidad científica solo quiere decir que el sábado veintidós empieza un nuevo ciclo. Nada más. El ejemplo más utilizado es el del cuentakilómetros de un coche. Cuando alcanza una cifra, vuelve a marcar cero. ¿Significa eso que el coche se destruya? Bueno, no significa tal cosa, aunque para lograr esa proeza tendremos que haber quemado el motor (¿999.999 kilómetros? ¿Quién ha conseguido eso?). Simplemente la cuenta empieza de nuevo. Sea como fuere, recibiré el apocalipsis con un cubata en la mano, para celebrar que mi libro, "El alma que vistes", ha logrado escalar hasta la posición número 4 en ventas de la sección de Fantasía y hasta el 64 en el Top 100 de más vendidos de Amazon.es. Si queréis echarle un vistazo, no dejéis de pinchar en los enlaces dispuestos a la derecha de vuestros monitores. He aquí la prueba:

  
   

         Bien, independientemente de que vaya a ocurrir algo o no (esperemos que no ;D), el título del presente post no hace referencia al supuesto fin del mundo esperado para el día veintiuno de diciembre de 2012. Lo que llega su fin es la primera parte de mi nueva obra. Sí, mi nuevo libro va viento en popa a toda vela, y pronto lo tendréis disponible para que os hagáis con él.
Lo que llega al fin también es el mundo tal y como lo conocemos en la que va a ser mi primera novela. Efectivamente, se trata de una distopía, una hecatombe a nivel mundial en un futuro cercano. Justo “hecatombe” es parte del título provisional con el que he bautizado a la primera parte: “Corazón de piedra: Hecatombe”. Creo que hará las delicias de los amantes del género.
            Si el mundo no llega a su fin este día veintiuno de diciembre, sí que lo hará en la obra que, pronto, y si los Mayas lo permiten, tendréis en vuestras manos.

            Un fuerte abrazo.