Ya he repetido en varias ocasiones
que no soy reseñador. Simplemente leo un libro y dejo mi opinión en el blog.
Posiblemente el siguiente comentario sea uno de los que más trabajo me ha
costado decidirme a expresar, y ello por varios motivos:
-Porque el autor es un tío
magnífico, de esos que se hacen cercanos a pesar del éxito que van alcanzando
sus obras. Es uno de esos escritores humildes que tanto me gustan y de los que
merecen ser apoyados por el público para encumbrarlo a lo más alto. No se parapeta
en un halo de superioridad fruto de la fama de sus obras, sino que trata a todo
el mundo de tú a tú, como debe ser.
-Porque, tras pedírselo vía
facebook, tuvo a bien firmarme un ejemplar de la obra que voy a comentar. Por
ello atesoro el libro en la zona de mi estantería donde guardo las obras que
más aprecio.
-Porque no he leído ninguno de sus
anteriores libros, aquellos que lo catapultaron al éxito literario, dedicados a
un género totalmente distinto al que encara en el libro. No tengo datos objetivos,
puntos de referencia en cuanto a su estilo que me permitan valorar de forma
distinta su última obra. Esto es algo muy importante, pues debemos recordar que
el autor, según he leído, es una eminencia en el subgénero que desarrolla en
los libros que lo han hecho conocido, y que es novel en el campo de la ciencia
ficción.
Bueno, como no me gusta engañar y
todo lo que voy a poner a continuación no es más que un ejercicio de sinceridad
que nace de lo más profundo de mi corazón, allá voy.
Conocí a Carlos Sisí, autor de
Panteón, a través de algunos contactos de facebook, amigos y compañeros
escritores que ya mantenían cierta relación con él antes de que triunfara con
su saga de “Los Caminantes”. Según me comentaban, era un tío excepcional, con
el que se podía hablar, y el éxito no le había cambiado el carácter ni un
ápice. Hice lo típico, agregarlo como contacto y mantener un par de breves
conversaciones con él, charlas en las que quedó corroborado que es una persona
llana y muy amable. Cuando ganó el Premio Minotauro 2013 con su última obra,
Panteón, en la que se alejaba de la temática zombi para abordar la ciencia
ficción, mis deseos por conseguirla se multiplicaron por diez. No había leído
nada del autor. Todo el mundo hablaba muy bien de “Los Caminantes”. Como soy
amante de la ciencia ficción, decidí adquirir el libro. Pero qué mejor para un sentimental
como yo que tener el libro firmadito por el autor. Ni corto ni perezoso
contacté con Carlos para preguntarle cómo podía conseguir un ejemplar
autografiado. Me comentó que iba a firmar ejemplares en Sevilla en las próximas
semanas y, como a mí me era imposible trasladarme el día en cuestión hasta allí,
no tuvo ningún reparo en dedicarme un ejemplar y dejarlo en la librería de
turno para que me lo enviaran. Le estoy muy agradecido por ello.
Bien, en ese momento estaba inmerso
en una lectura de otro autor y, con lágrimas en los ojos, deposité Panteón temporalmente
en la zona de mi estantería donde acumulo los libros pendientes. Cuando acabé
la obra que tenía entre manos y, sin que nadie se diera cuenta, hice trampas y
cogí “Panteón” postergando otras obras que me esperaban desde hacía semanas…
¡tantas eran las ganas por hincarle el diente! Abrí la primera página, me
deleité una vez más con la dedicatoria de Carlos Sisí, pasé la siguiente y…
Panteón narra las
aventuras y desventuras de dos chatarreros espaciales que se dedican a
recuperar los restos de tecnología esparcidas por un escenario bélico tras una
batalla. Venden esos restos y se van buscando la vida. En uno de esos
escenarios se topan con un extraño objeto que deciden llevarse, con las pupilas
trocadas por el símbolo del dólar. Ahí empieza su odisea, pues existen
peligrosos grupos de poder interesados en dicho objeto, facciones que no
tendrán reparos en utilizar cualquier medio para conseguirlo.
Los protagonistas,
Ferdinard y Malhereux parecen un matrimonio mal avenido. Igual discuten por
cualquier cosa que se abrazan con ternura. Viajan por el universo conocido en
su nave espacial, Sally, y con su robot guardaespaldas, Bob. Los personajes
principales no me han convencido. Ferdinard y Malhereux parecen la misma
persona. Me ha costado discernir cuándo hablaba uno y cuándo lo hacía el otro,
recordar quién de los dos es más valiente, más listo, más audaz que el otro,
pues, cuando aparecían, no lograba distinguirlos. El robot Bob sí que me ha
gustado, pero me ha parecido más un ejemplo claro de Deux ex Machina que otra
cosa. Es decir, cuando todo parece perdido, cuando la cosa se pone tan fea que
los protagonistas no dan un céntimo por su futuro, aparece Bob y arregla el
desaguisado. Igual que Bob, los protagonistas van dando tumbos a lo largo del
libro arrastrados por golpes de suerte. No he visto inteligencia en ellos,
simplemente dos cuerpos moviéndose en un escenario comprometido empujados por
el destino.
Luego existe todo
un compendio de personajes y facciones que paso a comentar. Los Sarlab, una
suerte de piratas espaciales sin escrúpulos ni piedad, y La Colonia, la fuerza
administrativa que vela por un equilibrio en el universo, son los principales
bandos que entran en escena durante la obra. Hay una tercera facción en
discordia, pero el autor pasa tan por encima de ella que ni siquiera recuerdo
el nombre (incluso no sé si lo menciona) ni explica el motivo por el que
combate continuamente contra los Sarlab (a no ser que sea por la tecnología,
pero esto no es más que una reflexión propia). Y eso es uno de los principales
fallos que le veo a la historia. El autor nos deja claro desde el principio que
existen tres facciones poderosas en el universo, pero no entra a dilucidar el
por qué son tres, qué persiguen las tres y qué las hace luchar. En el caso de
La Colonia sí que sabemos su objetivo que, como he comentado, es tratar de
mantener la paz en la galaxia. Dentro de estos grupos existen personajes como
Jebediah, que removerá cielo y tierra para conseguir el extraño objeto encontrado
por los chatarreros y Maralda Tardes, una implacable agente de La Colonia, que acudirá
al planetoide escenario principal de la historia para investigar la actividad
bélica que se está llevando a cabo allí, entre otros.
Indicar que los
Sarlab tampoco me han llegado a captar mi atención como debieran, como sujetos
originales con entidad propia. Y no lo han hecho por un motivo fundamental:
porque se supone que son escoria asesina y, sin embargo, he detectado demasiada
disciplina entre los operadores de la nave insignia de los Sarlab. Es decir,
cuando se hace referencia a ellos, se les describe como una masa de mercenarios
sin corazón capaces de realizar los actos más deleznables. Sin embargo, cuando entran
en acción, se asemejan más a un ejército de Stormtroopers disciplinados, tanto
en tierra como en el interior de la nave insignia de los Sarlab. Según mi
opinión, una cosa es lo que se cuenta de ellos, y otra cómo nos los describe el
autor a lo largo de los capítulos. No podemos evitar detectar la intimísima
relación que existe entre Jebediah, líder Sarlab, y Dark Vader, aquel asmático
del casco oscuro que se debatía entre el amor a su hijo y la fidelidad hacia el
emperador. Para resumir, decir que son primos hermanos. SPOILER: Ambos fueron humanos alguna vez pero, por circunstancias
diversas, sus cuerpos de carne y hueso contienen componentes robóticos; ambos
mantienen la disciplina entre sus hombres a través del miedo; la manera de
hablar, de moverse y de castigar a los desobedientes son muy parecidas… Si el
autor en lugar de llamar Sarlab a los sarlabs, hubiera denominado a la facción
como “El Imperio”, y a Jebediah como Dark Vader, hubiera quedado una historia bastante
potable, ramificación del universo Star Wars. Pero no es así. FIN SPOILER.
Otra cosa que no
me llegó fue que algunas escenas no son del todo creíbles (dentro de la
credibilidad de una historia de ciencia ficción, por supuesto). SPOILER: Por ejemplo, la capacidad de
los protas chatarreros de traducir los dibujos que encuentran en una
construcción subterránea del planetoide, como si de expertos arqueólogos se
trataran, o curaciones milagrosas después de escenas seudodramáticas en las que
parece que uno de los buenos se va a por pipas. FIN SPOILER.
No obstante, la
obra te podrá parecer más o menos creíble, te podrá gustar en mayor o menor
medida, pero si hay algo que realmente me ha molestado es la cantidad de fallos
estilísticos de los que adolece, como la ausencia de acentos, las palabras
repetidas o las frases mal construidas. Y me molesta no por el autor, alguien
humano que, en su condición de tal, está expuesto al error, sino porque
esperaba más de la edición de una editorial de renombre como es Minotauro. Creo
que la editorial tiene la suficiente capacidad como para tener en nómina a muy
buenos correctores que eviten daños oculares a los pobres lectores que buscamos
una lectura medianamente bien escrita. Y no.
Otro punto que no
me ha molado ha sido el tercio final de la novela. Lento. Desesperadamente
lento. ¡Joder, que pase algo de una vez! Intentas avanzar pero ves que los
personajes dan vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte (¡ojo, esa ha sido
mi impresión personal!). Se echa de menos una mayor celeridad en los
acontecimientos. Luego, acabas la historia y punto.
Una última
apreciación. Sé que soy muy pesado, pero a pesar de que la portada es una
flipada, tampoco guarda fidelidad cien por cien con el capítulo al que hace
referencia… algo que también me molestó, qué voy a hacerle :b.
¿Es todo malo en
Panteón? Por supuesto que no. Es una historia repleta de acción, tanto en el
espacio como en planetas inhóspitos. La idea de partida es realmente buena, dos
individuos que aprovechan los conflictos bélicos para hacer dinero revendiendo
los restos de tecnología recogida tras las batallas. Muy muy muy chulo el
argumento. Como dije antes, el robot Bob me encantó. Es una auténtica máquina de
matar, sin inteligencia y, por ende, sin sentimientos. Mola. Además, en una de
mis partes del libro favoritas, el autor describe con bastante desenvoltura la
batalla entre dos gigantescas naves, y la manera en que narra el impacto de una
de ellas contra la superficie del planeta es sublime. Además, Carlos guarda un
as en la manga, relacionado con el líder sarlab, que llega a sorprender
muchísimo. También me moló tela esa sorpresa.
Panteón es una
novela de ciencia ficción light, perfecta para las nuevas generaciones de
lectores que aún no han abordado historias de este género, que aún no se han
acercado al universo Star Wars. Carlos Sisí crea todo un universo propio al que
le podría haber sacado mucho más jugo, pero lo suficientemente atrayente como
para que los lectores del género tengan algunas tardes de entretenimiento.
Moraleja: Panteón
es un libro de ciencia ficción que no puede evitar las similitudes (íntimas
similitudes) con otras muchas obras muy famosas, pero que hará las delicias de
los lectores que no sean asiduos al género y deseen abordarlo por vez primera.
Si no hubiera sido por esas semejanzas, posiblemente me hubiera gustado mucho
más. A mí no me ha dejado una buena sensación, una sonrisita en la boca que
invite a una relectura. Lo guardé (ya digo, como un tesoro por lo que significa
más que por lo que me ha hecho sentir) y a otra cosa. Espero que la editorial
pula los errores de estilo detectados (que son bastantes) para las siguientes
ediciones.
¿Si voy a dejar
de leer a Carlos Sisí por esta primera y desafortunada mala experiencia? Por
supuesto que no. Todo lo contrario. Ahora estoy más intrigado que nunca con su
saga de “Los Caminantes”. Y lo más probable es que me guste, pues no soy lector
habitual del subgénero de zombis. Por ello, me será difícil encontrar
similitudes con otras obras de no-muertos.
¡Un abrazo!
Oye, pues reseñas de miedo.
ResponderEliminarentiendo lo que dices, vi en la novela guiños a series como Star Trek y también vi como pasaba de una historia que parecía trepidante a una novela muchísimo más pausada.
Tengo que decir que en mi caso los guiños me los tomé como un homenaje del autor, pero entiendo lo que dices.
Besos
¡Muchas gracias por pasarte por mi rincón, amiga!
EliminarSí, llevas razón, ya digo que es mi opinión personal. Posiblemente muchos lectores de la novela se habrán pasado horas despotricando contra mi persona debido a mi ignorancia literaria, pero para gustos, colores ;D.
¡Un fuerte abrazo! :D