Estaba leyendo un
par de libros en su formato tradicional cuando mi mujer (o esposa, o cónyuge…
como queráis llamarla para que no suele machista), me regaló un ebook. La
verdad es que ninguna de ambas obras me entusiasmaba por lo que, tras descubrir
que uno de los libros digitales que contenía el aparato era el de “Juego de
Tronos, Canción de Hielo y Fuego” y, tras haber disfrutado como un enano con la
primera temporada de la serie, decidí aparcar las dos lecturas anteriores y
sumergirme hasta las cejas en esta magnífica obra de fantasía épica.
Bueno, ya habéis
comprobado mi opinión al respecto: se trata de una magnífica obra de fantasía
épica.
Si ya la serie me
dejó un indescriptible sabor de boca (indescriptible de bueno, no de malo), el
libro fue el no va más.
Para quien aún no
haya realizado un acercamiento a la obra de George R.R.Martin, les diré que van
tarde (el pobre hombre está enfermo y, cualquier día, nos dice adiós con la
mano camino al más allá). En resumidas cuentas, Juego de Tronos es una saga en
la que se narra la lucha de varias familias por hacerse con el Trono de Hierro,
el asiento reservado para el rey de los siete reinos. En la primera parte,
Canción de Hielo y Fuego, se nos presenta a la familia Stark, encabezada por
Ned Stark, el patriarca. Ned pertenece a los antiguos “Reyesenelnorte”, una
casta monárquica que dominó durante años la parte norte del reino. Tras doblar
la rodilla ante su amigo, Robert Baratheon, éste accede al trono de los siete
reinos unificados por un monarca anterior, Targaryen el Rey Loco. El libro
narra las intrigas palaciegas que se inician antes y durante la estancia de Ned
Stark como mano del rey, título que se le da a quien ejecuta las órdenes del
monarca y tiene capacidad de tomar decisiones que afectan al reino. La mayor
parte de la trama transcurre en “Desembarco del Rey”, centro administrativo del
reino, donde se encuentra el Trono de Hierro.
A lo largo sus
cientos de páginas desfilarán mil y un personajes a cada cual más curioso,
misterioso u odioso, como Jaime Lannister, cuñado del rey y apodado el
Matarreyes, toda la caterva de chiquillos de Ned Stark, desde su primogénito,
el valiente Rob, hasta los más pequeños, como el malogrado Bran, pasando por
consejeros de todos los tipos, prostitutas, caza recompensas, lobos huargos y
muchos más que harán las delicias del lector más exigente. Mi favorito es, sin
duda, Tyrion Lannister, cuñado del rey, hermano de la reina, defensor de los
tullidos… sin duda el personaje más inteligente y carismático de la saga.
Cuando lees en el libro que su apodo es el Gnomo, piensas que va a ser un enano
de circo… nada más lejos de la realidad. Tyrion se erige como el personaje
cuasi perfecto colmado de traumas, defectos físicos y, sobre todo, de un ansia
de superación y una inteligencia inenarrables.
Además, el bueno
de Martin adereza la trama principal con innumerables sub tramas íntimamente
relacionadas con la historia, en las que nos descubrirá decenas de personajes
tan importantes y tan admirables o repudiables como los principales. Os lo
prometo: papá Martin es un coco. Impresiona ver la habilidad con la que va
tejiendo poco a poco todo el vasto universo de Juego de Tronos. Y no solo me
refiero a los acontecimientos y el entorno presente, sino que aborda con tanta
naturalidad el pasado de los personajes, que logra dotarlos de una profundidad
admirable. Sin entrar en los múltiples escenarios en los que transcurre la
acción, desde una gran y próspera ciudad hasta el desierto más recóndito del
mundo, pasando por parajes nevados e inhóspitos plagados de no-muertos.
En fin, que he
flipado con el libro, todo un ejemplo a seguir para quienes creamos historias.
Sin duda os animo
a todos los amantes de la fantasía épica a leer “Juego de Tronos, Canción de
Hielo y Fuego”. Es una obra sublime que os procurará horas de emoción intensa. Amaréis
a Ned Stark y a toda su familia. Acabaréis repudiando a más de un personaje, os
lo aseguro (¡Joffrey, cuánto te odioooooo!).
Un abrazo.
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