Acabo de terminar de leer el libro
“Crónica Insignificante”, del autor Emilio Casado Moreno.
Voy a intentar hacer una reseña de
esta, cuanto menos, curiosa obra. Primero, aclarar que no soy reseñista. Se me
da muy mal analizar una obra literaria, pues suelo dejarme dominar por la
subjetividad fruto de los sentimientos despertados por la misma.
Intentaré, por lo tanto, ser lo más
objetivo posible.
“Crónica Insignificante” es uno de
los miles (decenas de miles) de libros disponibles en la plataforma Amazon. Su
autor aspira a ser publicado por una gran editorial (al menos eso creo, como me
ocurre a mí mismo y a tantísimos otros autores desconocidos). Todos estos
factores me hicieron abordar la obra con recelo. A ello le sumo la soberbia del
autor (no la de Emilio, sino la mía propia). Creo que es algo generalizado
entre aquellos que escribimos (no hablo de escritores, sino de cualquier
persona capaz de enlazar página tras página hasta tener un atisbo de historia),
pensar que su literatura, su prosa, su ingenio, son únicos, y no pueden ser
superados por nadie, por muy autor que sea. Es un error pensar así, claro, pero
no es hasta que empiezas a leer un libro de un compi de letras, como es Emilio,
que no te das cuenta de que la originalidad guarda en su armario mil trajes
para vestir, y que la imaginación que exhibes en tus obras, se muestra igual de
intensa, pero con otros rostros, en las obras ajenas
En fin, con esta actitud hice mi
primera aproximación a “Crónica Insignificante”.
Os dejo la
sinopsis del propio autor:
“Después
del fracaso de su matrimonio Marcelo Suelas se ha visto obligado a empaquetar
sus pocas pertenencias y volver al hogar de sus padres, a su habitación de toda
la vida, al barrio que le vio crecer y emanciparse fallidamente.
Rondando los cuarenta y cuestionándose amargamente su propia estabilidad mental, Marcelo se ha quedado sin casa, sin coche, económicamente famélico y con su adorada hija en régimen de visitas. Para colmo su trabajo como psicólogo interino en la Prisión Provincial pende de un hilo. La vida no parece darle tregua. En su caminar nos encontramos con sus padres, ella aspirante a beata y él policía crápula jubilado y rehabilitado, su amigo Domingo, soltero y triunfador, sus variopintos compañeros de trabajo y las entrevistas con los presos que finalmente marcarán las cartas con las que Marcelo Suelas tendrá que jugar. Durante más de trescientas páginas asistimos, en un sutil crescendo, a seis días en la existencia gris de un hombre gris. En primera persona y en presente, Marcelo Suelas nos hace partícipes de sus vaivenes cotidianos y de su incesante empeño por retomar el rumbo de su anodina vida. Crónica insignificante nos muestra como las pequeñas decisiones de cada día son las que indefectiblemente marcan el camino por el que terminamos transitando”.
Rondando los cuarenta y cuestionándose amargamente su propia estabilidad mental, Marcelo se ha quedado sin casa, sin coche, económicamente famélico y con su adorada hija en régimen de visitas. Para colmo su trabajo como psicólogo interino en la Prisión Provincial pende de un hilo. La vida no parece darle tregua. En su caminar nos encontramos con sus padres, ella aspirante a beata y él policía crápula jubilado y rehabilitado, su amigo Domingo, soltero y triunfador, sus variopintos compañeros de trabajo y las entrevistas con los presos que finalmente marcarán las cartas con las que Marcelo Suelas tendrá que jugar. Durante más de trescientas páginas asistimos, en un sutil crescendo, a seis días en la existencia gris de un hombre gris. En primera persona y en presente, Marcelo Suelas nos hace partícipes de sus vaivenes cotidianos y de su incesante empeño por retomar el rumbo de su anodina vida. Crónica insignificante nos muestra como las pequeñas decisiones de cada día son las que indefectiblemente marcan el camino por el que terminamos transitando”.
Cuando empiezas a
leer “Crónica Insignificante”, el autor guarda silencio y deja hablar Marcelo
Suelas, o Marce, como lo conocen sus amistades, quien nos llevará de la mano
página tras página mostrándonos su vida y los hechos remotos que han
condicionado su existencia actual.
Entre pequeños
éxitos, grandes fracasos y fantasmas del pasado que vuelven para bien o para
mal, acompañamos a Marce durante algunos días en los que nos revela los
recovecos más ocultos de su biografía, la biografía de un hombre común y
corriente, como la de tantas y tantas personas. Pero su vida, al fin y al cabo.
Entre amigos de la infancia con más suerte que Marce, familiares de todas las
condiciones, compañeros de trabajo y otros tantos personajes, acompañamos a
Marce en su cotidianeidad durante unos breves pero intensos días, hasta
culminar en un final inesperado.
Me ha gustado
mucho la abundancia de sucesos, la precisión con que el autor explica cada
escena, cada movimiento de Marcelo, de tal forma que pareciera que estuviésemos
visionando una película más que leyendo un libro.
No quiero
desvelar nada de la trama, ningún hecho que pueda fastidiaros las sorpresas que
encontraremos en el camino, pero diré que, a pesar de lo mundano del argumento,
la lectura se hace tan ágil que cuando quieres darte cuenta te has ventilado un
montón de páginas. Además, es bastante difícil no conectar con el personaje;
entre el lector y Marcelo se crea un vínculo, empatizamos rápidamente, de tal
manera que nos alegraremos de sus logros y sufriremos con sus fracasos. Emilio
tiene una prosa cuidada y exacta, que facilita la lectura muchísimo.
Debo decir
también que, cuando parece que ya está todo el pescado vendido, el autor da un
giro de ciento ochenta grados, dejándonos pasmados. Es un punto de inflexión
importantísimo en la trama que, de no existir, rebajaría en calidad la obra en
su conjunto.
Como puntos
débiles podría señalar la previsibilidad de ciertos acontecimientos. Al menos
yo he sido capaz de prever algún que otro giro del argumento. Como os he
comentado, hay un giro monumental que es imposible adivinar que vaya a ocurrir,
y que cambia totalmente la historia de una página a otra. Un aplauso para el
autor por esta sorpresa.
Tampoco me ha
gustado ciertos prejuicios sobre algunos sectores de la sociedad (no señalaré
cuáles) pero creo que se ceba demasiado con un par de personajes de la historia
que, si bien no son importantes en la trama, me parece que se excede en la
valoración que el autor hace, a través de Marcelo, de dichos colectivos. Lo
siento, no puedo ser más concreto.
Por último, el
final me ha chirriado un poco (está muy de moda decir que algo te ha “chirriado”,
en lugar de decir que no te encaja o no te convence). Creo que al autor le ha
faltado poner la guinda del pastel para rubricar una obra bastante potable. Si
modifica ese final para hacerlo más… ¿creíble? ¿lógico?, estaremos ante una
obra que, sin duda alguna, merece la pena leer. Es mi humilde opinión, claro.
En fin, que si os
gustan los vampiros, los fantasmas o Star Wars, no creo que este sea vuestro
libro; pero si queréis leer una historia común y corriente, una historia
mundana, una historia salpicada con la crudeza de la realidad, la vida de un
hombre como otro cualquiera, en definitiva, si queréis acompañar a Marce en su insignificante
crónica, este es vuestro libro. Lo malo es que, una vez finalizada la lectura,
el cariño que sentiremos por Marce, dará lugar a que esa crónica insignificante
se convierta en la historia de un amigo y, a partir de ahí, no podremos volver
a considerarla tan insignificante nunca más. Todo lo contrario, le daremos tal
importancia que le dejaremos un huequecito en nuestros corazones para siempre.
Un abrazo.
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